Por: Leanlly Pérez- El 12 de enero de 2010, Haití fue golpeado por un devastador terremoto de magnitud 7.2 en la escala de Richter, con epicentro a tan solo 15 kilómetros de Puerto Príncipe.
Este terremoto causó una tragedia de enormes proporciones, dejando más de 300,000 muertos, 350,000 heridos y aproximadamente 1.5 millones de personas desplazadas. La mayoría de los afectados sufrían traumas graves, fracturas y quemaduras, mientras que el colapso de edificaciones dejó a cientos de miles sin hogar.
Durante las primeras nueve horas del desastre, se registraron 26 réplicas con magnitudes superiores a 4.2, incluyendo 12 que superaron los 5.0, siendo las más fuertes de 5.9, 5.5 y 5.1 grados. Las réplicas causaron un gran temor en Haití y también fueron perceptibles en países cercanos, como Cuba, Jamaica y la República Dominicana, donde se realizaron evacuaciones preventivas.
La devastación fue tal que contar con precisión el número de víctimas fatales resultó extremadamente difícil, debido a los escombros que invadieron las calles y avenidas de Puerto Príncipe, lo que dificultó el rescate y la asistencia.
El balance oficial de los afectados no fue dado a conocer sino hasta el primer aniversario del sismo, el 12 de enero de 2011, cuando el entonces primer ministro, Jean-Max Bellerive, confirmó que en total habían muerto 316,000 personas, más de 350,000 resultaron heridas y más de 1.5 millones se habían quedado sin hogar.
Esta cifra coloca al terremoto de Haití como una de las catástrofes humanitarias más graves de la historia moderna.
El colapso de infraestructuras clave agravó aún más la tragedia. Edificaciones residenciales y públicas, como el Palacio Nacional y un hospital en Pétionville, sucumbieron ante la fuerza del terremoto.
La Catedral de Puerto Príncipe también colapsó, al igual que una gran parte de los edificios gubernamentales y de servicios públicos, incluyendo hospitales, escuelas, estaciones de policía, oficinas ministeriales, cárceles e incluso morgues, lo que dejó al país sin una infraestructura básica de atención y servicios.
Además, el principal puerto de Haití quedó inoperante, lo que complicó aún más las labores de rescate y de ayuda internacional.
A pesar de los esfuerzos de reconstrucción y la llegada de ayuda internacional, Haití ha enfrentado enormes dificultades para recuperarse.
El desastre no solo dejó un enorme número de víctimas fatales, sino que también dejó profundas cicatrices en la sociedad haitiana, agravadas por la inestabilidad política, la pobreza crónica y la falta de recursos.
El terremoto de 2010 sigue siendo un recordatorio sombrío de la vulnerabilidad de Haití ante desastres naturales y de los desafíos que el país aún enfrenta en su camino hacia la recuperación.
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