El 22 de mayo de 1947 entró en vigencia la que algunos consideraban como la declaración de la Guerra Fría.
En una abarrotada Cámara de Representantes en el Capitolio, el 33º presidente de Estados Unidos (EE. UU.), Harry Truman, con sus 62 años, gafas redondas, traje oscuro y corbata a rayas, abrió la carpeta negra de hojas sueltas desde la que le gustaba pronunciar sus discursos.
Tomó un sorbo de agua, miró alrededor de la sala a su audiencia y se aferró al podio.
«La gravedad de la situación que enfrenta el mundo hoy requiere mi comparecencia ante una sesión conjunta del Congreso.
La política exterior y la seguridad nacional de este país están involucradas».
Pero en esa ocasión, el presidente describió una amenaza más insidiosa.
La Doctrina Truman, como pasó a conocerse el discurso, urgió a EE. UU a comprometerse con la contención del comunismo y de la Unión Soviética, su aliado en la Segunda Guerra Mundial.
Aunque los orígenes de la Guerra Fría son complicados y muy debatidos, y ciertamente la Doctrina Truman no la causó, hay historiadores que consideran ese como el momento en que se declaró.
¿Por qué el miedo reemplazó tan rápidamente a la esperanza?
Apenas dos años antes se creó la sensación de que la seguridad nacional de EE.UU. se había afianzado con la victoria contra la Alemania de Hitler.
Pero en esa ocasión, el presidente describió una amenaza más insidiosa.
La Doctrina Truman, como pasó a conocerse el discurso, urgió a EE.UU a comprometerse con la contención del comunismo y de la Unión Soviética, su aliado en la Segunda Guerra Mundial.
Aunque los orígenes de la Guerra Fría son complicados y muy debatidos, y ciertamente la Doctrina Truman no la causó, hay historiadores que consideran ese como el momento en que se declaró.
¿Qué había cambiado?
No mucho, según el galardonado historiador Melvyn Leffler, profesor emérito de la Universidad de Virginia y autor de varios libros sobre la Guerra Fría y política exterior estadounidense: las relaciones entre Occidente y la Unión Soviética fueron tensas desde la concepción misma de esta última.
«EE.UU., Reino Unido y Francia intervinieron en Rusia en 1917, 1918, 1919».
«A lo largo de la guerra hubo tensión sobre la apertura de un segundo frente en Europa Occidental. Stalin quería que se abriera en 1942, y por supuesto no sucedió hasta 1944».
«Además, los estadounidenses y los británicos desarrollaron una bomba atómica y manteniéndola en secreto de Stalin, quien tenía a sus espías informándole, mientras que los estadounidenses sabían que estaban siendo espiados».
«Pero el imperativo de derrotar al Eje, la Alemania nazi, Italia y Japón, tuvo prioridad sobre cualquier otra consideración».
El dominó
Apenas la guerra llegó a su fin, la prioridad de los políticos estadounidenses era garantizar que nunca más ningún adversario tuviera la perspectiva de obtener el control de los recursos de Europa y Asia.
«El gran temor en 1946 y 1947 no era que la URSS de Stalin se involucrara en una agresión militar abierta», aclara Leffler.
«El gran temor era que pudiera explotar el fermento social y la agitación política que existía en la Europa de la posguerra, no sólo en Europa del Este y parte de Europa Central -donde tenía tropas-, sino en todo el sur y occidente de Europa, donde los partidos comunistas competían por el poder con mucho éxito en Italia y Francia», señaló el historiador en BBC The Forum.
A esto se le sumaba que los comunistas estaban librando una guerra civil en China, y la perspectiva de que ganaran implicaba que Stalin sería capaz de proyectar su influencia en todo el este de Asia.
Y la perspectiva era aún más aterradora al aplicar lo que se conocería como «la teoría dominó», que permeó por décadas la política exterior de EE.UU., según la cual la «caída» de un Estado no comunista al comunismo precipitaría la caída de los gobiernos no comunistas en los Estados vecinos.
Guerra de palabras
Además de una mirriada de conductas que indispuso a cada bando, hubo una profusión de palabras que fueron trazando el camino hacia la Doctrina Truman.
El 9 de febrero de 1946 en Moscú, Stalin, en su primer discurso importante de la posguerra.
Evocó el espectro de otra gran guerra, latente en lo que llamó el «sistema capitalista de economía mundial».
Declaró que más «catástrofes militares» eran inevitables porque no había forma de que los países actuarán mediante «decisiones coordinadas y pacíficas».
«El desarrollo irregular de los países capitalistas conduce con el tiempo a serios conflictos en sus relaciones y el grupo de países que se consideran insuficientemente provistos de materias primas y mercados de exportación intentan cambiar la situación y hacer que las cosas se vuelvan a su favor con la fuerza de las armas».
Por lo tanto, la URSS tendría que dedicar sus recursos y energías en los próximos años a desarrollar las industrias básicas hasta el punto de estar blindado «contra todas las contingencias».
Credo
Truman siguió el consejo del senador con un discurso en el que las palabras pronunciadas en 33 segundos de los 19 minutos que duró formaron el núcleo del argumento:
«Creo que la política de EE.UU. debe ser apoyar a los pueblos libres que resisten intentos de subyugación por parte de minorías armadas o presiones externas».
«Creo que debemos ayudar a los pueblos libres a que labren sus propios destinos a su manera».»Creo que nuestra ayuda debe ser principalmente económica y financiera, que es esencial para la estabilidad económica y política».
El que Truman no fuera un orador elocuente en esta ocasión jugó a su favor.
Dio la impresión de estar diciendo las cosas como son, sin adornos y eso lo hizo más persuasivo.
Pero aunque recibió una ovación, el apoyo no era abrumador. De hecho, durante las siguientes semanas, hubo acalorados debates.
No obstante, ambas cámaras aprobaron la propuesta y el 22 de mayo de 1947, Truman promulgó el proyecto de ley.
Según dijo, era un «aviso de que no se permitiría que la marcha de los comunistas tuviera éxito por defecto».
En contraste, el «Compendio de Historia de la URSS», el texto educativo del historiador soviético Andrey Shestakov, dice:»En 1947 el Presidente Truman proclamó el derecho de Estados Unidos a inmiscuirse en los asuntos internos de otros países».
La Doctrina Truman impulsó el Plan Marshall, la creación de la OTAN y le dio forma a la política exterior de EE.UU. durante más de 40 años desde esa guerra y más allá.
La retórica y las metáforas usadas por los actores de la saga que dividió al mundo perviven.
«A veces usamos el lenguaje y a veces el lenguaje nos usa a nosotros», concluye Bostdorff.
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