El ataque causó lesiones visibles a Masha, principalmente en la cabeza, cuello y el ojo, dejando marcas de moretones.
Pese a lo traumático del incidente, los empleadores de Masha insistieron en que regresara a trabajar inmediatamente, sin permitirle el tiempo necesario para recuperarse de las heridas.
Esta situación generó una gran indignación en las redes sociales, donde el video del ataque se viralizó rápidamente.
Además de la gravedad del ataque en sí, la respuesta del acuario fue especialmente criticada. Según medios rusos, Masha recibió una compensación de solo USD 100 por «daños morales» y, lo que causó aún más molestia, se le prohibió hablar sobre el incidente.
Su empleador también la presionó para que no difundiera el video del ataque, lo que ha despertado cuestionamientos sobre las prácticas laborales y la seguridad en el parque acuático.
Mientras tanto, los testigos de la escena, incluyendo los niños presentes en el acuario, mostraron su horror y preocupación al presenciar el ataque en vivo.
El pez que atacó a Masha pertenece a una especie que, como otros animales en ambientes artificiales, puede volverse más agresivo debido a diversas razones, como el estrés o la confusión al enfrentarse a los humanos en su espacio.
Expertos en biología marina explican que los animales acuáticos, al estar confinados en acuarios, pueden reaccionar de manera defensiva si se sienten amenazados.
Esto genera un debate sobre las condiciones en que los artistas interactúan con estos animales en espectáculos subacuáticos y la necesidad urgente de protocolos de seguridad adecuados para prevenir accidentes de este tipo.
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