Casi todo lo que se implementa en Fórmula 1 es para garantizar la seguridad y el normal desarrollo de las carreras.
Esto es una historia que se remonta a tiempo atrás, desde Ford y Chevrolet hasta Ferrari y Porsche, atravesando por Mercedes, donde todos los fabricantes de automóviles han participado en el automovilismo competitivo en algún momento.
Las carreras satisfacen la necesidad de las marcas de mostrarse un fin de semana entero ante el mundo.
La exposición por sí sola no vende coches ni justifica los millones de dólares que allí se invierten.
Además del marketing, los fabricantes han utilizado las carreras como un laboratorio de pruebas y los automóviles modernos se benefician.
Unas pruebas y ajustes que han hecho que el coche que conducimos a diario sea cada vez mejor.
El motor en V fue introducido por primera vez por Ferrari en la década de 1980.
Desde ese momento, se ha implementado en varios vehículos centrados en el rendimiento, incluidos el Mercedes-AMG GT S y el Porsche Panamera.
Con la diferencia de los bloques de motor convencionales, este tiene puertos que apuntan hacia adentro, hacia la línea central del bloque, con el turbocargador dividiéndose a ambos lados.
Los frenos antibloqueo (ABS) se usaban comúnmente en los aviones antes que en los automóviles. El sistema Maxaret de Dunlop tuvo un alcance genuino: desde aeronaves de pasajeros hasta los bombarderos nucleares ‘V-Force’ de Gran Bretaña.
También está la tecnología de la suspensión activa, que pasó de la F1 al coche habitual en poco tiempo donde, por los años noventa, Williams se presentaba con un monoplaza.
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