Rusia no ha intentado persuadir a Estados Unidos sobre los peligros de enviar misiles Tomahawk a Ucrania, ya que espera que Washington sea consciente de que esto representaría una escalada, afirmó el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
«No solicitamos ningún encuentro para convencer a la Administración de Estados Unidos de que se trata de un paso muy peligroso. Partimos de que allí hay gente muy inteligente y experimentada que comprende perfectamente todo por sí misma», sostuvo el ministro.
Lavrov señaló que el suministro de estos misiles «conduciría la situación (de la guerra en Ucrania) a un plano totalmente diferente».
Argumentó que «ninguna persona que esté al tanto (de la operación de estos misiles) niega que solo los militares del país que los fabrica son capaces de manejar estos sistemas».
«Además de convertir ‘la guerra de Joe Biden’ en la ‘guerra de Donald Trump’ esto implicará una gravísima agudización de las tensiones entre Rusia y EE. UU. No tengo duda alguna de que allí comprenden esto», aseguró.
Agregó que las recientes declaraciones de Trump sobre un posible envío de estos misiles a Ucrania «no afectan en absoluto los acuerdos discutidos en Alaska», donde se realizó una cumbre ruso-estadounidense en agosto pasado.
La semana pasada, el presidente ruso, Vladímir Putin, advirtió que el suministro de misiles Tomahawk a Ucrania representaría una grave escalada con Washington, aunque se limitó a afirmar que Rusia respondería fortaleciendo sus defensas antimisiles.
El jefe de la diplomacia rusa también señaló un artículo reciente del Financial Times, que indicaba que Washington estaría proporcionando información de inteligencia para atacar objetivos en Rusia, especialmente refinerías.
«Escriben muchas cosas y muchas de estas ‘campanadas’ no se confirman. No obstante, nos llamó la atención. Encargué a mis subordinados pedir comentarios a los estadounidenses al respecto», precisó.
Lavrov también abordó la reciente propuesta del presidente ruso de extender por un año el acuerdo START III (Nuevo START), el último tratado de control de armas vigente entre Rusia y Estados Unidos, indicando que el Kremlin sigue a la espera de una respuesta.
Según el ministro de Exteriores, Moscú mantiene comunicación con representantes del Departamento de Estado y del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., quienes «ven positivamente» la iniciativa de Putin, aunque sugieren que existe preocupación de que China pueda aprovechar la prórroga para aumentar su capacidad nuclear.