Por: Mario Eduardo Aguilera Goris, M.A.
Para el buen desarrollo de una empresa se debe tener en cuenta una serie de factores o riesgos que inciden directamente en el diario vivir de la entidad y en su objetivo de aportar al bienestar social.
Dentro de los puntos de relevancia a la hora de transitar un camino hacia el éxito están: el buen tratamiento financiero, el desarrollo de estrategias, el cumplimiento con la responsabilidad social, así como acatar un buen sistema de operaciones.
La empresa debe contar con los mecanismos necesarios y efectivos para combatir los elementos negativos que le afecten.
Un buen gerente de empresa, debe poseer las herramientas que le aseguren batallar y llevar a su mínima expresión los peligros que asechan a su compañía.
Para esto es importante obtener la visión más amplia posible, de modo que se puedan advertir los puntos donde estas inseguridades yacen.
Sin lugar a dudas, uno de esos elementos radica en el motor mismo de la entidad: su recurso humano.
Sin el capital humano, ninguna compañía pudiera existir ya que es imprescindible para su crecimiento y sostenibilidad.
En esencia, las sociedades comerciales no son más que un conjunto de personas que aúnan sus esfuerzos para lograr objetivos comunes y obtener los correspondientes beneficios económicos.
Sin embargo, por la propia naturaleza y conducta de los seres humanos, ese capital, en innumerables ocasiones, se vuelca en contra del interés social.
Delitos
La deslealtad de un empleado dentro de la sociedad es un peligro latente, y presente, que como tal, vive ávido y en las sombras de la dinámica de la organización, aspecto que merece una vigilancia constante y un asesoramiento legal oportuno.
La deslealtad del personal traducida como la comisión de irregularidades, de carácter delictivos, en el manejo de los fondos sociales son, en muchos casos, financieramente catastróficas y pueden llevar a la empresa al borde del abismo.
El robo por parte de empleados que, haciendo un uso abusivo de la confianza depositada en ellos, sustraen, de mil y una manera, fraudulentamente los fondos sociales, es un problema común y muy frecuente en las compañías.
Según una encuesta realizada por la firma de reconocimiento mundial PwC, en el 2020 el 47% de las empresas latinoamericanas habían sido víctimas de delitos económicos, dentro de los que se incluyen la malversación de fondos o apropiación indebida de activos por parte de empleados como 1 de los 4 delitos más reportados.
El perjuicio derivado de la comisión de este delito no se centra de forma exclusiva en la parte financiera de la empresa, pues este produce un efecto dominó, ya que al afectar la liquidez de la organización desencadena una serie de conflictos en materia de pagos y cobros de cuentas, compra y venta de bienes, etc. Igualmente vulnera el desenvolvimiento adecuado en las relaciones de negocios con terceros y, por ende, termina dañando la propia imagen corporativa significativamente.
Su impacto en el crecimiento económico de la sociedad es tan negativo que el Legislador dominicano ha previsto este presupuesto como una agravante de varios delitos.
En nuestro años de experiencia hemos podido detectar que un número importante de estas acciones delictivas ocurren por una falta de vigilancia, supervisión y controles adecuados que no se ven insertos en la dinámica diaria de la actividad empresarial.
La informalidad de los controles, por desinterés o exceso de confianza, suele ser un factor determinante que permite la ocurrencia de tales hechos o imposibilita que estos sean advertidos de forma más inmediata.
Para evitar su comisión el punto primordial es saber identificar los instrumentos que se tienen al alcance para prevenir, con mayor probabilidad, la comisión de conductas delictivas.
En nuestra experiencia, hemos podido advertir que el campo para la materialización de este tipo penal se encuentra en la sobre confianza dada por el empleador a sus empleados.
Factor que hace que los niveles de controles y supervisión disminuyan al mínimo o, en ciertos casos, desaparezcan. A consecuencia de ello, cuando el fraude o el robo es avistado ya el daño es sustancial.
Por otra parte, el tratamiento proporcionado al empleado desleal (quien ha cometido el hecho delictivo) es de igual importancia y exige prudencia y delicadeza. Recordemos que una vez descubierto el fraude, sea del tipo que fuere, y su autor la empresa deberá asumir dos vertientes legales: la primera laboral y la segunda penal.
Y es cardinal que se siga en ese orden, ya que invertir su puesta en acción, es decir, accionar penalmente en contra del autor del ilícito y luego atender las exigencias de la Ley Laboral, ocasionaría traumas procesales y al final, un posible aumento en las pérdidas económicas por probables acciones del trabajador en contra de la empresa.
En lo que respecta a la relación empleado-empleador, la misma debe ser resuelta en un primer momento a través de la ejecución de un despido fundamentado en la aplicación de la disposición del artículo 88, incisos 3 y 8 del Código de Trabajo y su posterior notificación al Ministerio de Trabajo en el plazo preestablecido por la Ley.
Solo con el cumplimiento adecuado de este paso se podrá ejercer sin menoscabos la acción penal.
La jurisdicción penal para este tipo de delitos se activa con la presentación de una formal querella con constitución en actor civil, para la cual la realización de una auditoría interna que refleje los montos sustraídos y la forma en que se hizo, se vuelve un requisito indispensable.
El asesoramiento legal es preciso y debe contarse con él, incluso, antes de advertir al empleado autor del delito, pues el secreto, muchas veces, es un aliado que evita que el trabajador elimine medios o información sustanciales para la sustentación de las acciones en su contra.
Las pérdidas económicas que se generan a través de la comisión de los hechos delictivos pueden ser cuantiosas y representar un verdadero golpe mortal para la existencia de la empresa o su estabilidad.
Su prevención y tratamiento, debe formar parte de la estrategia de toda compañía, para tratar de asegurar y garantizar en mayor medida poder alcanzar el desarrollo empresarial deseado y enfrentar los mínimos obstáculos posibles.
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