Muchos jornaleros latinos que ofrecen su mano de obra diaria al mejor postor han comenzado a evitar los puntos habituales de reclutamiento debido a la creciente presencia policial y al temor a redadas e incluso deportaciones en Estados Unidos.
Durante décadas, sectores como la construcción, el trabajo doméstico y la agricultura han dependido en gran medida del esfuerzo de miles de inmigrantes conocidos como jornaleros, quienes suelen congregarse en esquinas, paradas de autobús o estacionamientos de tiendas, esperando ser contratados por jornadas o por períodos más prolongados.
Sin embargo, su presencia visible en la vía pública los vuelve especialmente vulnerables, sobre todo tras una orden de Stephen Miller, subjefe de gabinete de la Casa Blanca y principal estratega de la política migratoria del presidente Donald Trump, que instruyó a los agentes migratorios a cumplir cuotas diarias de arrestos, señalando específicamente a los jornaleros que buscan empleo frente a tiendas como Home Depot y 7-Eleven, ambas con sucursales en todo el país.
«Los jornaleros tienen miedo y están también enojados con la política racista que les juzga por su color de piel y forma de hablar», dijo a la agencia EFE Nadia Marín, de la Red Nacional de Organización de Jornaleros (NDLON).
Marín indicó que los jornaleros se han visto en la difícil situación de elegir entre pagar el alquiler, alimentarse, apoyar a sus familias o arriesgarse a ser detenidos, pero necesidad los ha impulsado a seguir trabajando, y muchos han optado por buscar empleo en otros lugares.
Otros optan por quedarse en casa varios días tras recibir alertas sobre la presencia de agentes migratorios, que en muchas ocasiones les son comunicadas por miembros solidarios de sus propias comunidades, quienes rechazan las agresivas redadas impulsadas por el Gobierno de Trump.
El temor a salir a la calle afecta diversas industrias, como la construcción, tanto en empresas como en viviendas particulares, así como la jardinería, la limpieza doméstica y la agricultura.
Además, restaurantes y otros comercios también se ven perjudicados, ya que los jornaleros, quienes también son consumidores, han dejado de frecuentar estos establecimientos debido a las redadas que allí se llevan a cabo.
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