La capital de Haití, Puerto Príncipe, experimentó el miércoles el final del estado de emergencia declarado el domingo, marcado por tiroteos, saqueos y actos incendiarios y a la espera de la implementación de nuevas medidas en un esfuerzo por abordar el caos que prevalece en el país debido a la presencia de bandas armadas.
Una vez más, instituciones, empresas tanto públicas como privadas, y comercios mantuvieron cerradas sus puertas en la ciudad, donde el transporte público operó a un ritmo lento y no a plena capacidad, mientras que la crisis del agua empeoraba.
Además, las escuelas y universidades tampoco están operativas, y algunas de ellas han sido transformadas en refugios para desplazados.
Mientras que el aeropuerto internacional Toussaint Louverture de la ciudad ha permanecido cerrado durante varios días debido a ataques a gran escala.
La situación parece indicar que la Policía ha perdido casi por completo el control, y las autoridades se ven completamente impotentes frente a las bandas armadas que cometen secuestros, incendios, violaciones, robos y asesinatos, mientras la población huye del centro de la capital llevando consigo todas sus pertenencias, con niños en brazos y maletas a la espalda.
Desde que la violencia aumentó en Haití después de que el jueves se anunciara el compromiso del primer ministro, Ariel Henry, de llevar a cabo elecciones a más tardar en agosto de 2025, las bandas han intensificado sus ataques contra infraestructuras públicas, numerosas comisarías y cárceles.
El sábado, el ataque a las dos principales cárceles de Puerto Príncipe provocó la fuga de más de 3,000 reclusos.
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