«Presente», frase que cobró fuerza el viernes 20 de mayo del año en curso en Uruguay.
Donde los 197 desaparecidos durante la dictadura cívico-militar uruguaya (1973-1985) se hicieron presentes en las más de 20 mil fotografías que ocuparon la vigésima séptima edición de la Marcha del Silencio.
A dos años de la pandemia y de encuentros alternativos por la covid-19, unas cien mil personas desfilaron con un respeto silencioso únicamente roto por el grito «¡Presente!», tras escuchar el nombre de cada una de las víctimas.
Los rostros helados en el tiempo de quienes sus familiares y amigos dejaron de tener noticias en el momento de su detención inundaron la principal avenida de Montevideo.
Esta es una de las concentraciones más numerosas de cuantas se convocan en el país suramericano.
Sin consignas partidarias y sin ninguna exclamación al viento, la ciudadanía se movilizó bajo la consigna «¿Dónde están? La verdad sigue secuestrada. Es responsabilidad del Estado».
La marea por memoria, verdad y justicia fue integrada.
Una vez más personas de todas las edades que respaldan con su lento caminar, a las madres que ya no están y también a aquellas que, a pesar de los años, no cesan en su búsqueda.
Organización Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos
Dio a conocer por medio de una de sus portavoces, Elena Zaffaroni, que la manifestación es «Un hecho importante y sensible, una expresión profundamente política, no partidaria, intensa y comprometida».
La organización aprovechó esta Marcha del Silencio para reclamar por los «ataques» que se dan desde Cabildo Abierto.
Partido de raigambre militar que integra la coalición de gobierno, contra la Fiscalía especializada sobre violaciones de derechos humanos.
También por el intento de aprobar una «ley de prisión domiciliaria para militares, policías y civiles, asesinos, torturadores, desaparecedores, muchos de ellos confesos».
La verdad sigue siendo materia pendiente en Uruguay.
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