Los precios de la gasolina y el diésel son el resultado de una compleja ecuación sobre el coste del crudo, impuestos, poder de compra y riqueza de cada país, subsidios del gobierno cuando existen y la comisión que se llevan intermediarios como las refinerías de hidrocarburos.
El precio se calcula en dólares, de modo que si un país es importador de energía, el tipo de cambio también es un factor, como en Europa, donde un euro más débil ha ayudado a subir los precios.
A menudo hay también factores geopolíticos, como la guerra en Ucrania.
Hay un precio global del crudo, unos 110 dólares el barril, pero no hay un precio global de gasolinera debido a los impuestos y otros factores.
En Hong Kong y Noruega se pueden pagar más de 10 dólares por galón (3,79 litros).
En Alemania puede rondar los 7,50 dólares por galón, y en Francia unos 8 dólares. Aunque unos impuestos más bajos al combustible hacen que la media en Estados Unidos sea algo menor, unos 5 dólares el galón, nunca había sido tan alto.
En países pobres, la gente nota con rapidez la presión de los precios de la energía, pero europeos y estadounidenses también acusan el golpe.
Los estadounidenses tienen menos acceso a transporte público, y ni siquiera las redes europeas llegan a todas partes, especialmente en zonas rurales.
Charles Dupont, que regenta una tienda de ropa en la región de Essonne, al sur de París, simplemente necesita el auto para llegar a trabajar.
“Practico la ecoconducción, lo que significa conducir más despacio y evitar frenados repentinos”, dijo.
Otros hacen lo que pueden por recortar. Letizia Cecinelli, que repostaba en una gasolinera en Roma, dijo que hacía desplazamientos en bicicleta e intentaba reducir los viajes en auto “cuando es posible”.
“¿Pero si tengo un hijo y tengo que llevarlo al campamento? Tengo que hacerlo recortando una pizza extra”, dijo.
Los precios en las gasolineras pueden ser dinamita política.
Estados Unidos y otros países también han liberado crudo de sus reservas estratégicas, lo que ayuda pero no es decisivo.
Varios países tienen límites de precio.
Es el caso de Hungría, donde no se aplica el descuento a autos con matrículas extranjeras.
En Alemania, el gobierno redujo los impuestos en 35 céntimos el litro para la gasolina y 17 céntimos para el diésel, pero pronto los precios volvieron a subir.
Alemania también ha introducido un boleto rebajado de 9 euros mensuales para transporte público, lo que abarrotó las estaciones y trenes en un reciente fin de semana feriado.
Pero el programa dura solo tres meses y no es de gran ayuda para la gente en zonas rurales si no hay ninguna estación de tren cerca.
De hecho, la gente utiliza casi la misma cantidad de gasolina que antes de la pandemia, según la asociación alemana de gasolineras.
“La gente está repostando casi tanto como antes. Protestan, pero lo aceptan”, dijo el vocero del grupo Herbert Rabl.
¿Hay algo de alivio a la vista?
Mucho depende de cómo afecte la guerra en Ucrania a los mercados globales del crudo.
Mientras tanto, India y China están comprando más petróleo ruso.
Europa tendrá que conseguir su suministro de otro lugar, como los exportadores de Oriente Medio.
ero la OPEP, que incluye a Rusia, no está cumpliendo sus objetivos de producción.
Para muchos, gastar dinero en cosas como una noche fuera y, en Europa, la devoción casi religiosa de las largas vacaciones de verano están en juego.
Isabelle Bruno, profesora en los suburbios de París, ahora toma el autobús hasta la estación de tren en lugar de manejar 10 minutos.
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