Por: Leanlly Pérez- Filipinas se ha convertido en uno de los principales centros mundiales de la pornografía infantil en línea, siendo el país asiático un lugar donde las redes de abusadores, ubicados a miles de kilómetros de distancia, explotan la pobreza de la población local para abusar sexualmente de menores.
La magnitud del problema es alarmante, con informes de organizaciones internacionales que revelan que en 2022, alrededor de medio millón de niños en Filipinas fueron explotados para crear pornografía infantil destinada a satisfacer la demanda de delincuentes en todo el mundo.
En adición, el Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados (NCMEC) de Estados Unidos, por ejemplo, reporta más de un millón de alertas anuales sobre pederastia en línea provenientes de Filipinas.
La tarea de perseguir este delito, que trasciende fronteras, es monumental, según Stephen Richardson, agregado de la agencia estadounidense Investigaciones de Seguridad Interior (HSI) en Filipinas.
El proceso de identificación de los responsables se ha complicado debido a la expansión de internet, el uso de aplicaciones de videollamadas y los servicios de mensajería cifrada, los cuales dificultan la obtención de pruebas.
En el pasado, los abusos eran distribuidos en formatos físicos como CDs y fotografías, pero ahora, la pornografía infantil se difunde a través de plataformas digitales que no dejan un rastro claro de evidencia.
A pesar de que las autoridades de Filipinas y los agentes internacionales como el HSI logran identificar a los abusadores a través de bases de datos y rastros financieros, el proceso de detención y arresto es complejo.
En muchos casos, las investigaciones no pueden proceder sin pruebas directas obtenidas dentro del país, ya que la legislación filipina no permite que fuerzas extranjeras presenten información a las autoridades locales.
Esto implica que las fuerzas de seguridad filipinas deben recolectar sus propias pruebas, un proceso que puede llevar meses y que se complica por el hecho de que la mayoría de los delitos de ciberpornografía infantil son cometidos por familiares cercanos de las víctimas o por comunidades enteras dedicadas a este tipo de explotación
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