La misión principal de estas patrullas aéreas es interceptar cualquier avión sospechoso, principalmente de origen ruso, que se aproxime a los límites del espacio aéreo de los países bálticos. Los cazas vuelan varias veces al día, listos para despegar ante cualquier alerta.
En la base de Siauliai, por ejemplo, los aviones franceses aguardan en la pista para relevar a sus camaradas neerlandeses, que están de guardia para interceptar aviones rusos. Este tipo de misión, descrita como profesional y de alto nivel, tiene un objetivo claro: asegurarse de que los aviones rusos no violen el espacio aéreo de los países aliados de la OTAN.
Recientemente, el comandante Mathieu, al mando del contingente francés, explicó que los aviones neerlandeses se encontraban en “alerta reforzada” debido a la presencia de un “paquete” de aeronaves rusas volando cerca de los límites de los espacios aéreos de Finlandia, Estonia y Suecia.
Este incidente llevó a la Fuerza Aérea neerlandesa a hacer despegar sus F-35 el 17 de diciembre para interceptar dos cazas SU-27 rusos y dos bombarderos Backfire TU-22M. La rutina de patrullaje, aunque frecuente, mantiene un tono profesional y respetuoso entre los pilotos de la OTAN y los aviones rusos, con el objetivo de evitar confrontaciones, pero garantizando la seguridad del espacio aéreo aliado.
La actividad de patrullaje aéreo ha aumentado significativamente desde el inicio de la guerra en Ucrania. Según el teniente coronel lituano Robertas Tumasonis, desde el conflicto, la cantidad de despegues de alerta ha triplicado su frecuencia.
Esto se debe a que los aviones rusos han intensificado sus vuelos cerca de las fronteras de los países bálticos, lo que obliga a los cazas de la OTAN a estar en constante alerta. En términos generales, los vuelos rusos suelen ser interceptados dos o tres veces por semana, y se activa una alerta cada vez que se detecta una aeronave sospechosa.
Además de la función de defensa aérea, las intercepciones también sirven para fines de inteligencia, ya que los rusos intentan mostrar sus capacidades militares en la región, a pesar de la guerra en Ucrania.
Thomas, otro miembro del contingente francés, comentó que las patrullas también tienen la finalidad de mostrar la presencia rusa en la región del Mar Báltico, lo que forma parte de una estrategia para “demostrar que tienen capacidades, incluso en tiempos de conflicto”. A pesar de la guerra en Ucrania, la presencia rusa cerca de las fronteras de la OTAN sigue siendo constante.
Los países bálticos, que fueron anexionados por la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial y sufrieron décadas de represión y rusificación, se mantienen especialmente vigilantes desde la invasión rusa de Ucrania. Estos países recuperaron su independencia a principios de la década de 1990 y, desde entonces, han sido miembros activos de la OTAN.
No obstante, su historia de dominación soviética y los temores sobre una posible agresión rusa siguen siendo una preocupación constante. En este contexto, las patrullas aéreas de la OTAN se consideran una medida de seguridad fundamental para disuadir cualquier intento de violación del espacio aéreo y garantizar la estabilidad en la región.
El aumento de las patrullas y la constante preparación de los aviones de combate de la OTAN son una respuesta directa a la creciente amenaza percibida en el Mar Báltico, y se espera que esta vigilancia continúe mientras persista la incertidumbre sobre las intenciones de Rusia en la región.
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