Por: Leanlly Pérez- En Afganistán, la difícil situación económica y las restricciones impuestas por los talibanes han llevado a muchas mujeres a tomar medidas desesperadas para sobrevivir.
Fátima, una joven de Kabul, guarda meticulosamente el cabello que se acumula en el desagüe de su baño después de cada ducha.
Cuando junta alrededor de cien gramos, lo vende en el mercado negro, a pesar de que el gobierno talibán ha prohibido esta práctica.
Por cada cien gramos de cabello, Fátima gana más de tres dólares, una cantidad modesta que, sin embargo, puede marcar la diferencia en un país donde el 85% de la población vive con menos de un dólar al día, según la ONU.
Antes de la llegada de los talibanes en 2021, muchas mujeres en Afganistán vendían su cabello fácilmente, que se utilizaba en la fabricación de pelucas y extensiones.
Los compradores solían acudir directamente a sus hogares para recogerlo, y la transacción era común y socialmente aceptada.
Sin embargo, en 2024, el gobierno talibán introdujo una nueva ley bajo el pretexto de «proteger la dignidad humana», que prohíbe la venta de cualquier parte del cuerpo, incluyendo el cabello.
Esta ley se enmarca dentro de una serie de medidas restrictivas destinadas a reforzar la moral islámica, bajo la supervisión del Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio, que también se encarga de confiscar y destruir las pelucas en circulación.
En enero de 2024, las autoridades talibanes quemaron casi una tonelada de pelucas en la provincia de Kabul como parte de esta campaña.
A pesar de la prohibición, Fátima sigue adelante con su negocio en secreto. Cuando los talibanes se retiran para rezar, ella aprovecha la oportunidad para ir a un vertedero en Kabul con los cabellos que ha recolectado ella y su familia.
Un hombre, también anónimo, compra el cabello y lo exporta a Pakistán y China. Aunque el negocio es riesgoso, Fátima lo hace por necesidad, ya que este pequeño ingreso complementa su salario mensual de cien dólares y le permite comprar artículos básicos para ella y su hogar.
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