La cirugía a la que se sometió el presidente fue necesaria para drenar un hematoma cerebral causado por un golpe sufrido hace casi dos meses, cuando se cayó en el baño de la residencia presidencial en Brasilia. Aunque inicialmente recibió puntos de sutura y seguimiento médico, la hemorragia intracraneal detectada recientemente requirió intervención inmediata para evitar que el hematoma comprimiera el cerebro. Además, dos días después de esta operación, se le practicó un cateterismo preventivo para minimizar riesgos de sangrado en el futuro.
El neurocirujano Marcos Stavale, parte del equipo médico que atiende a Lula, destacó que el mandatario se encuentra en óptimas condiciones neurológicas. Sin embargo, permanecerá hospitalizado hasta principios de la próxima semana, con su alta estimada para el lunes o martes. Una vez de regreso en Brasilia, deberá guardar reposo relativo durante varias semanas para asegurar su recuperación completa.
Pese a su hospitalización, Lula ha continuado ejerciendo sus funciones como presidente. Según el ministro de Relaciones Institucionales, Alexandre Padilha, el mandatario sigue participando activamente en la gestión del país. Este incidente médico ha reavivado el debate sobre la sucesión política dentro de la izquierda brasileña, ya que no hay figuras claras que puedan reemplazarlo como candidato en las elecciones presidenciales de 2026.
Lula, por su parte, expresó en noviembre su disposición a postularse nuevamente si no hay otro candidato viable, aunque manifestó su esperanza de que surja una nueva generación de líderes políticos que lleven a cabo una renovación en el escenario político brasileño.
El episodio ha generado una mezcla de preocupación y reflexión tanto en el ámbito político como en la sociedad brasileña, mientras el mandatario se recupera y se prepara para retomar plenamente sus funciones.
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