El 1 de junio de cada año se celebra el Día Mundial de los Arrecifes, con el fin de que las empresas, las organizaciones y los consumidores reflexionen sobre la delicadeza de los arrecifes de coral.
Se espera que estas entidades tomen acciones eficaces para promover activamente un cambio en nuestra forma de consumo.
Cabe destacar que solo puede suceder a través de la información, la educación y la concienciación.
Los arrecifes de coral son comunidades vivas de organismos coloniales, están conformados por pólipos individuales que excretan un esqueleto óseo.
Este esqueleto forma grandes estructuras rocosas que albergan a otros miles de organismos.
Son la base de un tipo de ecosistema específico, imprescindible para el equilibrio de la vida marina y la salud de los océanos.
Los corales se encuentran en todos los océanos, pero solo en las áreas de aguas más cálidas.
El más famoso es la Gran Barrera de Coral de Australia, es la estructura con vida más grande del planeta, tiene una asombrosa longitud de 2300 kilómetros y es posible vislumbrarla desde el espacio.
La salud de un arrecife nos dice mucho sobre el estado de un océano, de hecho, es el albergue de una biota muy variada y amplia.
Estos necesitan a los arrecifes para contar con medios de protección y alimentación.
Pero por sobre todas las cosas, para la fauna y flora oceánica son su sistema de soporte vital.
Pero los beneficios de un ecosistema de arrecife saludable van mucho más allá del entorno del océano, resultan esenciales para la vida de plantas y peces.
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