Por: Leanlly Pérez- El 6 de agosto de 1945, la primera bomba atómica detonó sobre Hiroshima, causando una destrucción masiva y dejando miles de muertos y heridos. Muchas de las víctimas fueron trasladadas a la pequeña isla rural de Ninoshima, situada al sur de Hiroshima, en barcos militares preparados para misiones suicidas. Allí, la falta de atención médica adecuada provocó que solo unos pocos sobrevivieran después de semanas de caos, heridas graves y entierros apresurados.
Décadas después, la comunidad local y expertos siguen buscando los restos de los desaparecidos para rendir homenaje a las víctimas y ofrecer consuelo a los sobrevivientes que aún sufren la ausencia de sus familiares.
El investigador Rebun Kayo, de la Universidad de Hiroshima, visita regularmente Ninoshima para excavar en busca de restos humanos. Desde 2018, ha encontrado cerca de 100 fragmentos óseos, incluyendo el cráneo y la mandíbula de un bebé con dientes pequeños. “El niño enterrado aquí ha estado solo todos estos años. Es simplemente intolerable”, dijo Kayo, quien planea trasladar estos restos a un templo budista para su cuidado y respeto.
Una de las sobrevivientes, Tamiko Sora, que tenía apenas tres años cuando explotó la bomba, recuerda vívidamente a una niña y una mujer herida que encontró en ese día trágico, ambas desaparecidas desde entonces. Sora ha visitado Ninoshima para rezar por los desaparecidos y siente que estos esperan sus visitas para encontrar paz.
Ninoshima fue escenario de un hospital de campaña que atendió a las víctimas durante tres semanas tras el bombardeo. Los cuerpos eran incinerados o enterrados apresuradamente debido a la gran cantidad de fallecidos. El caos y la tragedia marcaron esos días, y muchos cuerpos quedaron en refugios antiaéreos o en tumbas improvisadas.
El historiador local Kazuo Miyazaki explica que la isla, además, fue usada durante la guerra para entrenar a pilotos suicidas, lo que añade otro capítulo oscuro a su historia. Desde 1947, se han recuperado aproximadamente 3,000 restos humanos en Ninoshima, aunque se estima que miles más continúan desaparecidos.
La búsqueda de restos y la memoria de los que sufrieron sigue viva en Hiroshima y sus alrededores, recordando que para muchas familias la guerra no ha terminado. “Es fundamental aprender de las generaciones anteriores y seguir transmitiendo estas lecciones”, afirmó Miyazaki.
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