La República Dominicana se ha colocado a la vanguardia internacional, por asumir posiciones contundentes y liderazgo en el tema de la incursión de la policía de Kenia en Haití, como en el reclamo de que se respeten los resultados de las elecciones de Venezuela del pasado 28 de julio.
El hecho de que el viernes 16 de agosto veintidós países, entre ellos Estados Unidos, España y la Unión Europea como bloque firmaran en el Palacio Nacional un documento exigiendo la publicación de las actas y verificación imparcial de esos cuestionados y misteriosos comicios, nos colocó como protagonistas del tema internacional del momento.
Esto vino con el prólogo de un resonante discurso de toma de posesión del presidente Luis Abinader, quien aprovechó el magno escenario para fijar una posición de rechazo frontal ante el régimen autoritario de Nicolás Maduro y el Partido Socialista Unido de Venezuela.
“Estas actuaciones autoritarias son profundamente injustas y echan abajo las conquistas sociales y políticas logradas con el esfuerzo de generaciones. República Dominicana estará siempre del lado de la democracia. Donde sea, cuando sea y ante quien sea”, dijo Abinader.
Los aplausos fueron enérgicos y retumbaron en el Teatro Nacional, donde el Rey Felipe VI de España se encontraba junto a los presidentes de Uruguay, Luis Lacalle Pou; de Paraguay, Santiago Peña; Panamá, José Raúl Mulino; de Guatemala, Bernardo Arévalo; Chandrikapersad Santokhi, de Suriname; el general Umaro Sissoco Embalo, de Guinea Bissau; y Mohamed Irfaan Ali, de Guyana.
Nada extraño fue que la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, y el representante de Cuba se quedaran en sus asientos sin aprobar esa parte de discurso.
El documento leído por el canciller dominicano Roberto Álvarez fue suscrito por Argentina, Canadá, Chile, República Checa, Costa Rica, Ecuador, España, Estados Unidos, El Salvador, Guatemala, Guyana, Italia, Marruecos, Países Bajos, Panamá, Paraguay, Perú, Reino Unido, Surinam, Portugal, República Dominicana, Uruguay y la Unión Europea (UE).
No debemos ignorar el liderazgo del presidente Abinader en la Alianza para el Desarrollo en Democracia, que integra República Dominicana junto a Costa Rica, Ecuador y Panamá, un faro de luz ante las debilidades democráticas y dictaduras ideológicas que están afectando la democracia en Latinoamérica y la región.
El 21 de marzo de 2022, la vicepresidenta de los Estados Unidos, y hoy candidata presidencial del Partido Demócrata, Kamala Harris, resaltó que ese gobierno estaba “ansiosa por asociarse a las iniciativas de desarrollo, prosperidad e inclusividad que promueve la Alianza para el Desarrollo en Democracia”.
Harris habló en un mensaje grabado a raíz de la IV Cumbre de la Alianza que se celebró en la ciudad de San José, Costa Rica, donde además reconoció que “Sus tres países están llevando ese trabajo adelante en nuestro hemisferio y les agradezco”.
Este nuevo bloque ha sido clave por su insistente llamado de atención al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas para que por fin se iniciara una necesaria intervención policial-militar en Haití, resaltando que República Dominicana ya no puede hacer más por ese vecino país.
Así como República Dominicana tiene calidad moral para exigir al mundo aplicar soluciones en la crisis política y humanitaria de Haití, también la tenemos para reclamar transparencia y cuidar la democracia de Venezuela.
Durante 9 meses, entre 2017 y 2018, fuimos la cuna del diálogo para tratar de buscar un entendimiento entre el régimen venezolano y la oposición.
Como editor político de Diario Libre, fui testigo en primera fila de los infructuosos esfuerzos del presidente Danilo Medina y el canciller Miguel Vargas, en un diálogo de sordos.
El presidente de la Asamblea Nacional y delegado opositor de la Mesa de la Unidad Democrática, Julio Borges, encabezó esa comisión, que buscaba un acuerdo con la entonces canciller Delcy Rodríguez y su hermano Jorge Rodríguez, vocero del gobierno en la ocasión.
Ese diálogo luce hoy más lejano que nunca, ante la cerrazón del régimen, que agotará todos los recursos para quedarse, y persigue más aviesa y abiertamente a todos los civiles que expresen oposición, más allá de los dirigentes políticos.
El momento es pues oportuno para que la República Dominicana devuelva el favor a Venezuela, que desde la acogida del Padre de Patria, Juan Pablo Duarte, nos brindó, y el sacrificio de exponer hasta su vida, del presidente Rómulo Betancourt, en aras de defender la libertad democrática frente al dictador Rafael Leónidas Trujillo, genocida que ordenó un atentado en su contra el 24 de julio de 1960.
También debemos elevar más que nunca la bandera por una recuperación de la institucionalidad en Haití, que debe incluir una intervención humanitaria para poder organizar las elecciones, en lugar de defender un canal mal construido, en el río Dajabón, sin ninguna razón lógica más que la de presionarnos ante nuestro derecho de cuidar la frontera de las bandas de mercenarios.
Los dominicanos que agradecemos a esa gran Nación de Bolívar aspiramos a su renacer y a poder visitar su tierra bendita, ya que ni siquiera tuvimos el derecho de viajar a un seminario internacional de democracia en 2009, al negarnos el visado a los que fuimos invitados, en el apogeo del chavismo.
Por Abel Guzmán Then
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