En un cambio radical en las relaciones transatlánticas durante la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos se alejó de sus aliados europeos al negarse a responsabilizar a Rusia por su invasión a Ucrania, durante una votación en la ONU sobre tres resoluciones que buscaban poner fin a tres años de conflicto.
En la Asamblea General, Estados Unidos se unió a Rusia para votar en contra de una resolución presentada por Ucrania, respaldada por Europa, que denunciaba la agresión de Moscú y exigía el retiro inmediato de las fuerzas rusas.
Más tarde, Estados Unidos se abstuvo de votar sobre su propia resolución, luego de que las misiones europeas, lideradas por Francia, lograran una enmienda que dejaba claro que Rusia era el agresor.
Este fue un significativo revés para la administración de Trump en el organismo, cuyas resoluciones no tienen carácter vinculante, pero se consideran un reflejo de la opinión global.
Posteriormente, Estados Unidos promovió una votación sobre su propuesta en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde las resoluciones sí son vinculantes y donde posee poder de veto junto con Rusia, China, Reino Unido y Francia. Esa votación terminó con 10 votos a favor, 0 en contra y cinco abstenciones.
Las resoluciones en disputa reflejan las tensiones entre Estados Unidos y Ucrania después de que Trump iniciara negociaciones sorpresivas con Rusia en un intento por resolver rápidamente el conflicto.
También muestran las tensiones dentro de la alianza transatlántica respecto a las relaciones de Washington con Moscú. Los gobiernos europeos han expresado su preocupación al quedar excluidos de las conversaciones preliminares de la semana pasada.
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