Por: Leanlly Pérez- El Gobierno de Cuba ha acusado formalmente a la embajada de Estados Unidos en La Habana y a su jefe de misión, Mike Hammer, de intentar provocar una crisis bilateral que derive en una ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos países, restablecidas en 2015 durante la administración de Barack Obama.
Según el medio oficialista Cubadebate, las acciones del diplomático constituyen una «operación provocadora» destinada a fomentar la confrontación, aludiendo incluso a una supuesta coordinación con figuras como el senador Marco Rubio.
Las autoridades cubanas critican que Hammer ha sostenido reuniones con opositores al régimen, defensores de derechos humanos, periodistas independientes, emprendedores y líderes religiosos, prácticas que consideran injerencistas y violatorias del acuerdo de restablecimiento de relaciones diplomáticas y de la Convención de Viena.
Entre los disidentes contactados están Berta Soler, líder de las Damas de Blanco; José Daniel Ferrer; Guillermo Fariñas, y Martha Beatriz Roque, figuras destacadas de la oposición cubana.
La embajada estadounidense ha publicado imágenes de estos encuentros en redes sociales y ha defendido estas interacciones como parte de un esfuerzo por conocer al pueblo cubano.
Hammer ha invitado públicamente a los ciudadanos a dialogar con él, defendiendo el acercamiento como herramienta diplomática legítima.
Por su parte, Cubadebate acusa a Hammer de actuar como «mensajero de promesas y dineros a cambio de servilismo», y arremetió contra su reciente participación en una conferencia de prensa en Miami, calificándola como un «show» que evidenció su supuesto objetivo: endurecer la política hacia la isla en línea con la postura del expresidente Donald Trump.
En ese contexto, el gobierno cubano ve una ofensiva planificada que coincide con el regreso de Trump al poder y sus políticas de presión contra el régimen comunista, incluyendo la reimposición de sanciones económicas y la reincorporación de Cuba en listas negras estadounidenses como las de países patrocinadores del terrorismo y de los que «no cooperan plenamente» en la lucha antiterrorista.
Este nuevo episodio tensa aún más los lazos entre La Habana y Washington y refleja el deterioro continuo de la relación bilateral bajo la influencia de sectores conservadores estadounidenses y las políticas más duras hacia la isla.
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