Por: Leanlly Pérez- Este jueves, Colombia vivió una jornada de violencia con dos atentados que dejaron al menos 18 muertos y 65 heridos.
El hecho más grave ocurrió en Amalfi, Antioquia, donde un helicóptero de la Policía Nacional fue derribado con explosivos, causando la muerte de 12 uniformados durante una misión antinarcóticos.
El helicóptero UH-60 Black Hawk fue impactado por un dron cargado con explosivos, y los policías fueron posteriormente atacados con disparos de fusil.
Entre los fallecidos se encuentran el mayor Carlos Mateus, el subteniente Nicolás Ovalle Contreras, el subintendente José Camacho Aldana, y ocho patrulleros más. El presidente Gustavo Petro atribuyó el atentado al Frente 36 del Estado Mayor Central (EMC), disidencia de las FARC.
Horas más tarde, en Cali, un camión cargado con explosivos fue detonado frente a la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez, dejando 6 muertos y 65 heridos, todos civiles.
Las autoridades capturaron en el lugar a un hombre identificado como alias Sebastián, presunto integrante del EMC.
Tras los hechos, el presidente Petro anunció que declarará como organizaciones terroristas al EMC, al Clan del Golfo y a la Segunda Marquetalia.
La vicepresidenta Francia Márquez calificó la explosión en Cali como un “acto cobarde y criminal”, mientras que la ONU-Derechos Humanos exigió justicia y atención a las víctimas.
Estos ataques consolidan una de las jornadas más violentas del año y ponen nuevamente en el centro del debate la seguridad, el narcotráfico y la capacidad del Estado colombiano para responder a los grupos armados ilegales.