El cierre del gobierno federal más prolongado en la historia de Estados Unidos parece llegar a su fin, aunque dejará secuelas en una economía que ya mostraba signos de fragilidad.
Más de 1.25 millones de empleados federales permanecen sin cobrar desde el 1 de octubre, mientras miles de vuelos han sido cancelados, una tendencia que podría mantenerse incluso con el inminente acuerdo en el Congreso para reabrir el gobierno.
Además, la entrega de contratos públicos se ha visto afectada y algunos beneficiarios de programas de asistencia alimentaria aún no han recibido su ayuda.
Si bien gran parte de la actividad económica se recuperará con el pago retroactivo a los empleados públicos, ciertas pérdidas serán irreversibles: los vuelos cancelados no se reprogramarán, los consumos en restaurantes no se repondrán y muchas compras aplazadas podrían no concretarse.
“Los cierres de corta duración suelen ser invisibles en los datos, pero este dejará una huella perdurable”, observó Gregory Daco, economista en jefe de la firma contable EY, “tanto por su duración récord como por las crecientes alteraciones en los programas de asistencia social y en los viajes”.
La Oficina de Presupuesto del Congreso de Estados Unidos (CBO, por sus siglas en inglés) calculó que un cierre gubernamental de seis semanas provocaría una caída de alrededor de 1.5 puntos porcentuales en el crecimiento económico del cuarto trimestre, lo que significaría reducirlo a la mitad en comparación con el trimestre anterior.
Aunque la reapertura del gobierno podría impulsar el crecimiento del primer trimestre del próximo año en unos 2.2 puntos porcentuales, la CBO advierte que se perderán de forma permanente aproximadamente 11,000 millones de dólares en actividad económica.
El cierre gubernamental más prolongado antes del actual, registrado entre 2018 y 2019, se extendió por 35 días, aunque solo afectó parcialmente al gobierno, ya que varias agencias contaban con su presupuesto completo.
Según informó en ese momento la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), su impacto económico fue mínimo, equivalente al 0.02 % del PIB.
El cierre actual profundiza los desafíos que ya enfrenta la economía estadounidense, como la desaceleración en las contrataciones, una inflación persistente y los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump, que han generado incertidumbre entre las empresas. No obstante, la mayoría de los economistas descarta que esto derive en una recesión.


