Siria.- El balance de víctimas mortales a causa del hundimiento la semana pasada de una embarcación con decenas de migrantes frente a las costas de Siria ha ascendido a cerca de cien, según han confirmado este lunes las autoridades sirias.
El director de Puertos de Siria, Samer Kobarli, ha indicado que hasta ahora se han recuperado 99 cuerpos en la zona, situada frente a las costas de Tartús, si bien las operaciones de búsqueda y rescate continúan activas, según la agencia estatal siria de noticias, SANA.
La embarcación, en la que fue izada una bandera libanesa, había partido días antes de la localidad de Minié con más de un centenar de personas a bordo.
Fuentes citadas por el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Londres e informantes en esta nación, han detallado que la mayoría de las víctimas son de origen sirio, libanés y palestino.
Hamiye reportó que los 20 sobrevivientes que han encontrado hasta el momento están siendo tratados en hospitales sirios.
Muchos de los encontrados son sirios que estaban refugiados en Líbano.
Viaje
Decenas de los que viajaban en el barco siniestrado procedían del campo de refugiados palestinos de Nahr al-Bared, así lo confirmó uno de los residentes de este lugar, Mahmoud Abu Heid. La crisis económica de Líbano, que lleva unos tres años, empeoró las condiciones de este lugar.
En el país, los índices de pobreza se han disparado, más de tres cuartas partes de la población, de los más de 6,5 millones de habitantes, se encuentran en la pobreza. Miles han perdido sus empleos y la libra libanesa ha perdido más del 90% de su valor, por lo que las familias han perdido poder adquisitivo.
Hamiye dijo que la embarcación era «muy pequeña» y de madera, y describió este tipo de navegaciones como algo casi cotidiano.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos dijo que «muchos de los sirios que murieron en el mar vendieron todas sus propiedades en Siria con el sueño de llegar a Europa, puesto que estaban muy afectados por la crisis en Líbano».
Los familiares que viven en Trípoli de Mustafa Misto, una las víctimas que viajaba con su mujer e hijos, recibieron las condolencias en el barrio Bal Al-Ramel, mientras uno de ellos gritaba que «no tenemos a nadie más que a Dios».
Aquellos que creían que alguno de sus familiares podría estar entre las víctimas fueron hasta la frontera siria para esperar los cuerpos.
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