Trump, quien centró gran parte de su campaña electoral en una narrativa antimigratoria, ha prometido comenzar las deportaciones de inmigrantes indocumentados desde el primer día de su mandato, programado para el 20 de enero.
Sin embargo, muchos agricultores se sienten inseguros sobre cómo se llevarán a cabo estas deportaciones y qué consecuencias tendrá para la producción de alimentos en el país. Del Bosque, al frente de su granja Del Bosque Farms en Firebaugh, California, expresa su temor de que las deportaciones puedan significar que el gobierno intervenga en las granjas y paralice las operaciones agrícolas si los trabajadores inmigrantes, considerados esenciales, son deportados.
Rick Naerebout, director ejecutivo de la Asociación de Productores Lácteos de Idaho, también subraya los efectos devastadores que tendría la expulsión de los inmigrantes en la industria de productos lácteos.
En su opinión, incluso una breve interrupción en la cadena de trabajo, como la incapacidad de alimentar o ordeñar las vacas, podría perjudicar irremediablemente a la industria en su conjunto. Otros agricultores, como Tom Barcellos de Barcellos Farms en California, son más optimistas, afirmando que debido a la importancia de los trabajadores inmigrantes, es probable que no sean un blanco directo de la nueva administración.
Los datos del Departamento del Trabajo indican que de los 2,4 millones de personas que trabajan en el sector agrícola estadounidense, un 44% carecen de documentación para residir en el país.
Esto resalta la dependencia crítica de los inmigrantes indocumentados para mantener el sistema agrícola funcionando, desempeñando funciones esenciales que muchos trabajadores nacidos en EE. UU. no están dispuestos a realizar, debido a las duras condiciones laborales, que incluyen altas temperaturas y largas jornadas de trabajo.
Los economistas, como David Ortega, explican que muchos estadounidenses no quieren aceptar estos trabajos, lo que deja un vacío que solo los inmigrantes están dispuestos a llenar.
Naerebout ilustra esta situación con un ejemplo de un contratista que ofreció 6,000 empleos en el oeste de Estados Unidos el año pasado, pero solo recibió 30 solicitudes de trabajadores nacionales, de las cuales sólo 12 resultaron en entrevistas y solo dos personas fueron contratadas, pero no para la cosecha.
Según Naerebout, esto refleja la falta de disposición de los estadounidenses a trabajar en el campo. Además, la baja tasa de natalidad y el crecimiento de la economía explican en parte la falta de trabajadores disponibles para los empleos agrícolas.
Otro de los problemas que enfrentan los productores es la dificultad que los trabajadores indocumentados tienen para legalizarse en el país.
La falta de una reforma migratoria efectiva a nivel federal ha frustrado a muchos agricultores, quienes llevan años esperando que se solucione este problema. Ambos partidos políticos, demócratas y republicanos, han sido acusados de no actuar con suficiente determinación para resolver el problema, ya que la inmigración se ha convertido en un tema político que genera dinero en las campañas electorales pero que no recibe una solución efectiva.
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