Este 7 de julio se conmemoran cuatro años del asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse, sin que hasta el momento el país haya logrado restablecer el orden constitucional, convocar elecciones ni llevar ante la justicia a todos los implicados en el crimen.
A la 1:00 de la madrugada del 7 de julio de 2021, un grupo de hombres armados ingresó a la residencia privada del presidente haitiano, ubicada en el sector Pèlerin 5 de Puerto Príncipe, donde las cámaras de seguridad fueron desactivadas y los guardias no ofrecieron resistencia.
En pocos minutos, Moïse fue abatido con al menos 12 disparos de fusil, mientras que su esposa, Martine Moïse, resultó gravemente herida.
Cinco de los principales involucrados en el magnicidio han sido condenados a cadena perpetua por tribunales de Estados Unidos, luego de admitir su participación directa en la trama.
Entre ellos se encuentra el empresario haitiano-chileno Rodolphe Jaar, quien confesó haber financiado la operación, adquirido las armas y dado refugio al grupo armado. También fue sentenciado el exoficial colombiano Germán Rivera García, conocido como «Colonel Mike», quien admitió haber modificado el plan original de secuestro para convertirlo en un asesinato.
Mientras que el exsenador haitiano-estadounidense John Joël Joseph fue extraditado desde Jamaica y condenado por haber proporcionado vehículos y apoyo logístico al grupo atacante.
También fueron sentenciados Joseph Vincent, exinformante de la DEA, por brindar asesoría política a los conspiradores, y Mario Antonio Palacios, exmilitar colombiano que participó directamente en el asalto a la residencia presidencial. Todos ellos recibieron condenas de cadena perpetua entre 2023 y 2024.
El asesinato de Moïse no solo puso fin a su vida, sino que profundizó aún más la frágil institucionalidad de Haití, que al día de hoy continúa sumida en una creciente crisis institucional y humanitaria, con cerca del 85 % de Puerto Príncipe, la capital, controlado por bandas armadas.
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