El Parlamento de Singapur aprobó este martes una ley que establece penas de entre 6 y 24 latigazos para los delitos vinculados a estafas digitales, una sanción que ya se aplica en el país para ciertos crímenes, tras registrarse en 2024 pérdidas económicas récord por este tipo de fraudes.
La medida contempla el castigo para los integrantes de redes criminales vinculadas al delito, los reclutadores de estafadores y sus colaboradores, así como para las llamadas mulas bancarias o quienes faciliten tarjetas SIM o credenciales de Singpass, el sistema de identidad digital de Singapur, según informaron medios locales.
El número de azotes aplicados a los involucrados en crímenes relacionados con estafas digitales —hasta ahora sancionados con multas o prisión— dependerá de la gravedad del caso, con un máximo de 24 flagelaciones consecutivas, el límite permitido en el país.
Serán los tribunales los encargados de determinar, al momento de dictar sentencia, si procede o no la aplicación del castigo corporal.
Tras la propuesta presentada en marzo por un diputado para aplicar flagelaciones a los delitos de este tipo, la entonces ministra del Interior de Singapur, Sun Xueling, señaló que el Gobierno evaluaría la posibilidad de imponer “latigazos para ciertos delitos de estafas, en reconocimiento del severo daño que pueden causar”.
De acuerdo con datos de la Policía, las pérdidas ocasionadas por estafas —habitualmente cometidas a través de plataformas y servicios de mensajería digital— alcanzaron en 2024 la cifra récord de 1,100 millones de dólares, superando por primera vez los mil millones en un solo año.
El código penal de Singapur contempla los latigazos como castigo para más de 30 delitos, entre ellos robo, tráfico de drogas, violación y vandalismo, pese a las críticas de la ONU y de organismos internacionales que rechazan los castigos físicos.
El país, que mantiene la pena de muerte y aplica la horca en las ejecuciones, utiliza una vara de ratán para las flagelaciones, las cuales solo pueden imponerse a hombres menores de 50 años.
En los últimos años, los centros dedicados a estafas digitales se han multiplicado en el Sudeste Asiático. Según expertos, muchos de estos están controlados por mafias chinas, donde trabajadores son sometidos a torturas y coerción para cumplir con extorsiones y objetivos económicos.
Actualmente, Tailandia, China y Birmania (Myanmar) desarrollan una operación conjunta —de carácter poco transparente— que ha permitido liberar a miles de personas obligadas a trabajar en estos centros ubicados en la frontera birmana con Tailandia.


