Un balde de agua fría en épocas de mucho calor, así resultaron ser las declaraciones de la por seis años diputada del partido colorao’, Rafaela-Lila-Alburquerque.
En pleno siglo XXI, donde la modernidad se impone, donde las reglas estructurales de la vestimenta han quedado sobrepuestas al buen accionar, la funcionaria desmeritó a las y los jóvenes que usan minifaldas o tenis dentro del Congreso Nacional.
Parece ser que a la mitad de la población dominicana, por décadas, se les ha olvidado que vivimos en un país, tal cual citaba Pedro Mir: “colocado en el mismo trayecto del sol”, genera incesantes y ocasionales temperaturas, promueve cambios adecuados en las indumentarias.
Pero eso siempre pasa desapercibido, así como le pasó a la diputada Lila Alburquerque cuando cobró ilegalmente, por 8 meses, su salario como diputada, siendo como embajadora de la República Dominicana ante la república China de Taiwán, dos jugosos sueldos del Estado.
Ética
Hablar de “Ética del Servidor Público” no debe ser objeto de análisis ni toma de opinión para la legisladora, quien ante las críticas manifestó que “devolvería el dinero”, a lo que nos cuestionamos si en realidad lo hizo y si lo hizo, le agradecemos que retorne lo del Estado.
Aquella misma que, agotando un valioso turno por el cual cualquier ciudadano de a pie optaría sacrificarse por el bienestar social, acribilla su propio género basado en «aspecto físico“, fue la misma que exigió justicia para su yerna, que no la dejaron entrar a un restaurante por portar un top semitransparente.
La misma dama, que tempestuosa de carácter, admitió “haberse cogido los bonos de las madres y habérselos dado a su gente”, es la misma que ahora dicta clases de ética y código de vestimenta.
Y es en ese mismo lugar, donde se establecen las normativas de toda una nación, es que se genera la gran duda de si ¿ser éticos se lleva en la ropa o en el accionar?
Tú que opina de este post