Por: Leanlly Pérez- Hace exactamente dos décadas, el huracán Katrina desató una de las mayores tragedias en la historia de Estados Unidos, dejando más de 1,300 muertos y daños superiores a los 125,000 millones de dólares, una cifra que hoy superaría los 200,000 millones ajustados a la inflación.
El ciclón, que comenzó como tormenta tropical en las Bahamas el 24 de agosto de 2005, tocó tierra en Florida un día después como huracán categoría 1. Sin embargo, su paso por el Golfo de México lo transformó en un huracán categoría 5, con vientos de hasta 280 km/h, arrasando con todo a su paso al llegar a la costa sur.
Nueva Orleans fue la ciudad más golpeada. El 80 % de su territorio quedó inundado tras el colapso de los diques, dejando miles de personas atrapadas y convirtiendo la urbe en el epicentro de una crisis humanitaria sin precedentes.
“Nuestro informe del 28 de agosto de 2005 ya advertía de un daño devastador. Lamentablemente, la realidad superó el pronóstico”, recuerda Mike Buchanan, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional, al rememorar el impacto del huracán.
La tragedia evidenció fallas en la gestión de emergencias, la lentitud en las evacuaciones y la falta de comunicación efectiva en una era sin redes sociales, factores que, según expertos, multiplicaron las pérdidas humanas.
Hoy, a 20 años del desastre, los sistemas de alerta han mejorado, con modelos más precisos y estrategias de comunicación más eficientes. Sin embargo, el cambio climático mantiene a los científicos en alerta: el calentamiento de los océanos está haciendo que los huracanes sean más intensos y peligrosos.