Las almohadas son sinónimo de confort y relajación, sin embargo, en la antigua Mesopotamia estas eran fabricadas con piedras.
De hecho, se dice que las de piedra fueron hechas para ayudar a evitar que los insectos entraran en los oídos y boca de los ciudadanos más ricos.
Muchas personas consideran las almohadas como un simple complemento para el descanso.
En el antiguo Egipto, se creía que la cabeza era el asiento de la vida espiritual y tenía que ser apreciada. Las almohadas egipcias estaban hechas de diferentes materiales, como marfil, mármol, cerámica, madera y piedra.
También tenían un significado religioso, ya que la misma estaba tallada con imágenes de los dioses y colocada debajo de las cabezas de los difuntos para alejar a los malos espíritus.
Las civilizaciones griegas y romanas introdujeron en la antigüedad la primera evolución notable, estos fabricaron almohadones de paja o plumas, con un tejido más blando. Sólo las clases privilegiadas las poseían.
En Inglaterra fue la época victoriana la que convirtió estos artículos en elementos decorativos para sofás y sillas. En el siglo XIX con el comienzo de la Revolución industrial, la almohada se hizo común en casi todos los hogares. Durante este tiempo, se volvieron más asequibles ya que se produjeron en masa debido al avance de la tecnología.
Hasta nuestros días llegan las almohadas viscoelásticas, rellenas de poliéster, o plumas que por supuesto son suaves y cómodas para tener el merecido descanso del cuerpo.
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