Hoy en día está al alcance de la mayoría, para muchos se ha convertido en una pasión para otros en un deporte.
Las profesionales del parapente llegan a describir su experiencia en los cielos como algo mágico, «Ver paisajes, pasar ríos, valles, montañas, volar con los pájaros», Maite Moreno lleva más de 30 años pilotando y aún se ve la iluminación en sus ojos cuando le preguntan.
Para Paula Fernández su primer contacto con el parapente fue algo terapéutico.
En su etapa adulta obtener la respuesta, «es libertad absoluta«, Su entrega al parapentismo es devota, aunque no siempre haya sido un camino de rosas.
En los últimos años ha habido un “boom” de esta afición entre las jóvenes, lo cierto es que el parapente es un deporte que sigue estando extremadamente masculinizado, al igual que otros deportes de riesgo o incluso el automovilismo.
De los 423 parapentistas que se han federado a nivel nacional hasta mediados de junio, solo 22 son mujeres.
En el 2021 solo se registraron 50 frente a 750 hombres que se lanzaron a competir.
“Otra cosa es que entre en la competición. No sé si es porque está mitificada o se ve como algo súper lejano en lo que hay que ser muy bueno para acceder”,comentó Maite Moreno.
Los parapentes de tallas pequeñas (normalmente los que usan las mujeres) vuelan menos. Desigualdades que se notan en factores técnicos, pero también en lo social.
La discriminación ha formado parte del recorrido de algunas de ellas. Meryl Delferrier logró clasificarse para el mundial de parapente con 18 años, y solo tres más tarde, en 2019, se convirtió en la campeona del mundo.
«Me llegaron incluso a preguntar si estaba contenta de haber llegado tan lejos por ser la novia de una persona. Cuando eres chica es difícil hacerse hueco», aportó Meryl.
“Voleteras” es un grupo de mujeres parapentistas que tiene este como uno de sus propósitos: visibilizarlas. Surgió en plena caída de la pandemia, cuando no se podía salir aún de nuestros municipios, pero ya se permite hacer deporte.
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