Este accidente ha dejado una estela de dolor y preguntas sin respuesta. Las familias de las víctimas, destrozadas por la tragedia, visitaron el lugar del accidente para rendir homenaje a sus seres queridos.
Fueron escoltadas por la policía y llegaron con el corazón roto, buscando un espacio para honrar la memoria de los fallecidos.
Mientras tanto, los equipos de rescate continúan trabajando en las frías aguas del Potomac, recuperando restos humanos, mientras los investigadores tratan de esclarecer las causas del desastre.
El avión de American Airlines, que viajaba desde Wichita, Kansas, se encontraba a 325 pies de altitud según su registrador de vuelo, mientras que los datos de la torre de control indicaban que el Black Hawk estaba a 200 pies, el límite máximo permitido para helicópteros en la zona.
Esta discrepancia en los registros ha sido un punto clave en la investigación de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), que sigue analizando la causa del choque.
Un segundo antes del impacto, el avión mostró un cambio en su inclinación, lo que sugiere un intento de evitar la colisión, pero en vano.
El registrador de voz captó los sonidos de la tripulación del avión justo antes del impacto, y la grabación se detuvo abruptamente.
El dolor de las familias es palpable. Algunos de los afectados se abrazaron, mientras otros expresaron su enojo y frustración por la falta de respuestas.
Las autoridades han recuperado hasta el momento 42 cuerpos, de los cuales 38 han sido identificados. Se espera que el trabajo de rescate continúe hasta que se extraiga el fuselaje del avión, en el cual podrían encontrarse más restos.
Más de 300 rescatistas están trabajando intensamente en el lugar con el apoyo de barcazas de salvamento de la Marina.
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