Por: Leanlly Pérez- Los devastadores incendios que han arrasado con grandes áreas de California en los últimos días han dejado un saldo trágico de 24 víctimas fatales, entre ellas el actor Rory Callum Sykes.
Con tan solo 32 años, Sykes, conocido por su papel en el programa infantil Kiddy Kapers, perdió la vida en un incidente desgarrador mientras su madre, Shelley Sykes, luchaba desesperadamente por salvarlo.
Rory Callum Sykes nació con parálisis cerebral y ceguera, condiciones que enfrentó a lo largo de su vida con una tenacidad admirable.
Gracias a cirugías y terapias especializadas, logró superar varias barreras, recobrando la vista y la capacidad de caminar, lo que le permitió llevar una vida llena de experiencias. A pesar de las dificultades físicas que enfrentaba, Rory siempre mantuvo un espíritu positivo y optimista, y compartía con su madre una profunda pasión por viajar a destinos exóticos alrededor del mundo, desde las sabanas de África hasta las remotas tierras de la Antártida.
A lo largo de su vida, Sykes se convirtió en un símbolo de valentía y perseverancia. Junto a su madre, Shelley, fundó la organización benéfica Happycharity, cuyo propósito era ayudar a niños y familias en situación de vulnerabilidad.
A pesar de las adversidades que enfrentó, tanto físicas como emocionales, Rory nunca perdió su generosidad ni su nobleza de corazón. Su capacidad para inspirar a quienes lo rodeaban hizo que fuera admirado y querido por muchas personas, quienes destacaban su valentía, resiliencia y espíritu indomable.
El fatídico día del incendio, Shelley y Rory se encontraban en su cabaña, ubicada en la propiedad familiar cerca de Malibú, cuando las llamas comenzaron a acercarse rápidamente. En medio del caos, Rory le pidió a su madre que se fuera, mientras él permanecía atrás, sintiendo que su salud y las circunstancias lo ponían en peligro.
Shelley, al borde del colapso emocional, intentó contactar a los servicios de emergencia, pero las líneas telefónicas colapsaron debido a la magnitud del desastre, y la falta de respuesta de los equipos de rescate solo aumentó la desesperación de la situación.
Mientras las brasas comenzaban a caer sobre el techo de la cabaña, Shelley intentó luchar contra el fuego utilizando una manguera de jardín, pero el suministro de agua se cortó, dejando inútiles sus esfuerzos por extinguir las llamas.
El aire se volvió irrespirable, y la situación se tornó cada vez más desesperada. Con el brazo roto y luchando por respirar, Shelley, en un acto de amor y desesperación, salió en busca de ayuda, dejando atrás la cabaña en ruinas que había compartido con su hijo durante tanto tiempo.
Al llegar a la estación de bomberos, Shelley fue informada de la falta de reservas de agua y la insuficiencia de recursos para hacer frente al desastre.
Desgarrada por el dolor, regresó a su hogar con la esperanza de que la situación no hubiera empeorado demasiado, solo para descubrir que la cabaña había sido completamente consumida por las llamas.
Cuando logró llegar hasta el lugar, ya era demasiado tarde: Rory había perdido la vida debido a la inhalación de monóxido de carbono.
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