Por: Leanlly Pérez- Donald Trump, el presidente electo de Estados Unidos, ha sugerido en varias ocasiones la posibilidad de expandir el territorio estadounidense, lo que en caso de materializarse rivalizaría con algunas de las compras más significativas de la historia, como la Compra de Louisiana o la adquisición de Alaska a Rusia.
En sus comentarios recientes, Trump ha insinuado que Estados Unidos podría absorber a su vecino del norte, Canadá, convirtiéndolo en el estado número 51. Esta idea surge en un contexto de provocación pública, tras una reciente cena con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, en Mar-a-Lago.
El presidente electo también ha hecho comentarios sobre la posibilidad de que Estados Unidos recupere el control del Canal de Panamá, una vía fluvial que estuvo bajo control estadounidense durante más de 80 años, hasta que se entregó a Panamá en 1999 en virtud de un tratado firmado durante la presidencia de Jimmy Carter.
Trump describió el canal como un «activo nacional vital» y sugirió que EE.UU. debería apoderarse nuevamente del control, especialmente para garantizar tarifas más bajas para los barcos estadounidenses que utilizan esta ruta de transporte entre los océanos Pacífico y Atlántico.
Además, en un regreso a su idea expresada durante su primer mandato, Trump ha vuelto a hablar de la posibilidad de comprar Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca. A pesar de que esta propuesta fue rechazada en su momento por Dinamarca y el gobierno de Groenlandia, Trump sigue considerando que la adquisición de este territorio es «una absoluta necesidad para la seguridad nacional de EE.UU.» y podría ser útil para asegurar la «libertad en todo el mundo».
Las declaraciones sobre Groenlandia se han reavivado en el marco de la reciente designación de Trump de Ken Howery como su embajador en Dinamarca, lo que ha vuelto a poner sobre la mesa esta antigua propuesta.
Las ideas de Trump, aunque provocativas y cargadas de retórica nacionalista, tienen un enfoque similar al de la doctrina del Destino Manifiesto, una creencia del siglo XIX que defendía el derecho divino de Estados Unidos a expandirse por todo el continente. En sus comentarios, Trump ha subrayado la importancia de priorizar los intereses nacionales de EE.UU. y ha insinuado que estas expansiones podrían fortalecer su posición en términos de seguridad nacional y comercio internacional.
Trump ha argumentado que la propiedad de Groenlandia sería clave para asegurar la influencia de EE.UU. en el Ártico, mientras que la recuperación del Canal de Panamá sería vital para las actividades comerciales estadounidenses.
En cuanto a Canadá, Trump parece menos serio en su intención de anexarlo, sugiriendo más bien esta idea como una provocación para Trudeau, posiblemente como una táctica de negociación.
Esta propuesta podría estar vinculada a su postura de aumentar los aranceles a los productos provenientes de Canadá y México, lo que generó rápidamente respuestas de los líderes de ambos países, quienes buscaron reafirmar su compromiso con la cooperación fronteriza con EE.UU.
A lo largo de estos comentarios, Trump ha reafirmado su postura de «Estados Unidos Primero», una agenda nacionalista que busca poner los intereses del país por encima de cualquier otro, y a menudo utiliza estas ideas para generar atención mediática o iniciar negociaciones.
Sin embargo, las declaraciones de Trump no siempre reflejan intenciones serias, y a menudo sirven como una plataforma para el debate público y para establecer la agenda de su administración.
Por último, Trump también ha propuesto designar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas extranjeras, lo que podría allanar el camino para el uso de la fuerza militar en México.
Esta medida, que apunta directamente a los cárteles, ha sido vista como una forma de presionar a otros gobiernos y fortalecer la seguridad de EE.UU. Sin embargo, esta postura también podría violar la soberanía de México y generar tensiones diplomáticas con su mayor socio comercial.
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