Lianna Medina -Mientras el fotoperiodista Giles Clarke exploraba la sala de maternidad de un hospital en Cabo Haitiano, Haití, se sorprendió al ver la oscuridad que reinaba en el lugar. Dirigiéndose al médico de guardia, el Dr. Petit-Frère Arabella, preguntó por la razón de la penumbra.
«Tenemos escasas luces en funcionamiento y dependemos de generadores, cuyo mantenimiento resulta costoso», explicó el Dr. Arabella, médico residente en el Hospital Universitario Justinien. «Además, carecemos de agua corriente debido a la falla de la bomba principal del hospital».
El personal médico del hospital, al igual que muchos en Haití en estos momentos, hace lo posible con los recursos limitados disponibles. La nación caribeña, sumida en una epidemia de violencia mortal de pandillas e inestabilidad política, se enfrenta a una crisis humanitaria. Los suministros escasean debido a las dificultades para que lleguen productos al país.
«El aeropuerto, el puerto y las carreteras están bloqueados», informó a Clarke Jacob Burns, director de operaciones de Médicos Sin Fronteras. «No hemos recibido suministros médicos esenciales en semanas».
La obtención de alimentos también se ha vuelto problemática, aunque el Programa Mundial de Alimentos ha estado intentando mitigar esta situación. Sin embargo, sus reservas también se están agotando y la financiación de donantes para el Plan de Respuesta Humanitaria de la ONU ha resultado deficitaria.
A principios de este mes, Clarke pudo regresar a la capital, Puerto Príncipe, en un helicóptero proporcionado por el Programa Mundial de Alimentos. Además de visitar algunas de las pocas instalaciones médicas en funcionamiento, capturó imágenes de sitios de desplazamiento abarrotados y escuelas en ruinas ocupadas por personas que han huido de la violencia de las pandillas.
«La ciudad que he conocido y visitado durante los últimos 14 años se ha convertido en una zona de guerra en muchas áreas», lamentó. «Las calles por las que solíamos transitar ahora están desiertas y controladas por pandillas, consideradas ‘zonas prohibidas’. El Hospital General donde interactué con médicos, enfermeras y pacientes en febrero ya no está operativo; ha sido ocupado por una pandilla y se utiliza como base para ataques contra el cercano Palacio Nacional».
El primer ministro haitiano, Ariel Henry, renunció el mes pasado, cediendo el poder a un consejo de transición. Haití ahora espera el despliegue de una fuerza multinacional de apoyo a la seguridad, liderada por Kenia.
«Los contratistas están apresuradamente construyendo refugios temporales cerca del aeropuerto, pero es probable que solo puedan albergar a unos pocos cientos», informó Clarke. «Mientras tanto, los líderes de las pandillas han prometido luchar hasta el último hombre para expulsar a las fuerzas internacionales».
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