La situación del sistema de salud en Haití está experimentando un desorden sin precedentes debido a la violencia perpetrada por bandas armadas, las cuales no han dudado en atacar hospitales y farmacias, destruyéndolos, saqueándolos e incendiándolos como parte de su táctica de intimidación.
La acción de las pandillas, además de generar el éxodo de la población de diversas áreas del centro de la capital, han causado la paralización de la actividad en centros de salud públicos y privados que atendían a los más pobres y desfavorecidos.
El principal centro hospitalario público del país, el Hôpital Général, estuvo bajo la ocupación de bandas armadas durante varias horas, acción que se suma a una serie de eventos que incluyen el incendio de comisarías y oficinas policiales, el asalto a las dos prisiones más grandes del país, y los intentos de tomar el control del Palacio Nacional.
«Es una situación catastrófica. Asistimos a la destrucción sistemática del Estado-nación. Es la primera vez en la historia de Haití que grupos de bandidos deciden poner fin a la existencia de un país. Esta destrucción es algo que nadie podrá reconstruir», dijo a la agencia de prensa EFE el doctor Ronald Laroche, director de una red de al menos 20 centros médicos en todo Haití.
Lerocche expresó su tristeza al observar que todavía no ha surgido una respuesta nacional ante esta situación, y que los haitianos aún no comprenden completamente la gravedad de la catástrofe.
«No tengo la impresión de que el mensaje haya llegado con suficiente claridad. El país está destruido», agregó el médico.
La situación actual, con la clausura de hospitales y una producción muy lenta de medicamentos en los laboratorios, está perjudicando a un sistema de salud que ya era deficiente, agravado por la partida masiva de médicos, enfermeros y farmacéuticos.
En realidad, el personal médico también sufre secuestros, y la ausencia generalizada de seguridad impide que acudan a los hospitales en la región de Puerto Príncipe, la cual está mayormente controlada por bandas y alberga aproximadamente un tercio de la población.
El declive del sistema de salud, que inició en 2018, experimentó una nueva fase crítica tras el asesinato del presidente Jovenel Moise en julio de 2021, y ha continuado deteriorándose hasta alcanzar una situación de extrema gravedad a finales de febrero de 2024 debido al terror impuesto por grupos armados.
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