El papa Francisco afirmó este miércoles que la tristeza, «que se insinúa en el alma y la hace caer en un estado de abatimiento», es un demonio astuto.
Durante su catequesis de la audiencia general celebrada en el aula Pablo VI del Vaticano, Francisco, en su continua reflexión sobre los vicios y virtudes, describió la tristeza como un estado de ánimo caracterizado por un constante desaliento que obstaculiza la capacidad del ser humano para experimentar la alegría en su vida.
Explicó que existe una forma de tristeza positiva que surge al lamentar los propios pecados, al recordar el estado de gracia del cual nos hemos apartado, y al entristecernos por haber perdido la pureza con la que Dios nos concibió.
Sin embargo, también existe otro tipo de tristeza que se instala en el alma y la sumerge en un estado de desánimo. Es esta segunda forma de tristeza la que debe ser combatida con determinación y con todas nuestras fuerzas, ya que proviene del Mal.
«En el corazón del ser humano nacen esperanzas que a veces se ven defraudadas. Puede tratarse del deseo de poseer algo que no se puede conseguir; pero también de algo importante, como la pérdida de un afecto. Cuando esto sucede es como si el corazón del ser humano cayera en un precipicio, y los sentimientos que experimenta son desánimo, debilidad de espíritu, depresión, angustia…», indicó.
El pontífice añadió que «ciertas tristezas prolongadas, en las que una persona sigue engrandeciendo el vacío de quien ya no está, no son propias de la vida en el Espíritu. Ciertas amarguras resentidas, en las que una persona tiene siempre en mente una reivindicación que le hace adoptar el disfraz de víctima, no producen en nosotros una vida sana, y menos aún cristiana».
Por ello, «la tristeza, de una emoción natural puede convertirse en un estado de ánimo maligno. Es un demonio astuto, el de la tristeza».
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