Cada 22 de agosto se celebra el Día Mundial del Folklore, fecha instaurada en 1960 por la Unesco como una forma de relevar las tradiciones y costumbres de los países, así como su danza, música, artesanía y arte de los pueblos.
El arqueólogo William John Thoms creó esta palabra, para denominar al naciente “saber popular” que reaccionaba frente al intelectualismo de la época.
Esta se creó en 1846, en Argentina, con el nacimiento de Juan Bautista Ambrosetti (1865-1917), reconocido como el “padre de la ciencia folklórica”.
El término abarca todo lo que un pueblo sabe sobre sí mismo. Por lo tanto, podemos hablar no solo de música, sino también de comidas, bebidas, vestimentas, creencias, instrumentos, mitos y leyendas de raíz folclórica.
En latinoamérica se desarrollan una serie de manifestaciones culturales con diferentes costumbres y tradiciones que persisten con el correr de los años.
Se pueden encontrar manifestaciones de folclore en muchas regiones geográficas de cada país, con bailes que manifiestan la alegría de cada pueblo en celebraciones patronales o costumbristas.
Sin lugar a dudas, Latinoamérica es un pueblo rico en folclore.
Thorns, quien había dedicado su vida a la recopilación de tradiciones, mitos y leyendas originarias de los pueblos, remitió una carta a la revista londinense Atheneum en la que fundamentó el uso de su término y la validez de sus estudios.
Desde entonces, se llama Folklore al estudio y preservación de las tradiciones y costumbres ancestrales de las naciones que se ha desarrollado cada vez con mayor ahínco.
El término adaptado como un anglicismo al español cambió su ortografía a “folclore”, según la Real Academia de la Lengua.
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